Ben Klock, marcado por el techno

Publicado en: | 15 junio, 2018

Con un ojo en el circuito internacional de DJ’s y la pista de baile del Berghain, y el otro ojo puesto en el selecto talento que se difunde a través de su propio sello discográfico, Ben Klock se afianza todos los días como una de las presencias más constantes en el mundo de la electrónica bailable actual.

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Lo que no necesariamente quiere decir que no voltee hacia el pasado. Nacido en Berlín del Oeste en 1972, este fornido DJ y productor forma parte de una generación de músicos alemanes cuya juventud estuvo marcada por la caída del Muro de Berlín, pero también por el techno. Para músicos tan importantes como Paul van Dyk, Ellen Allien o el propio Klock, el techno fue la música de su generación. Dicho género representa para artistas como ellos muchas cosas que van más allá del ámbito musical. Si hay una palabra que define todo lo que el techno significa para ellos es libertad.

En el caso de Ben Klock, la marca de ese pasado es visible tanto en sus DJ sets, como en sus declaraciones. Célebre en los primeros años de su carrera por sus maratónicos DJ sets, se ha distinguido desde hace unos años para acá por combinar en sus sesiones tracks clásicos del techo y house de los 90, con material de artistas contemporáneos, generalmente desconocidos para el público en la pista de baile. A Klock, el pasado lo ha marcado a tal grado, que en la maleta que lleva a todas sus presentaciones, siempre hay discos de aquellos años en los que El Muro acababa de caer, abriéndole a muchos como él las puertas de un nuevo mundo.

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Los discos de siempre
“ Para mí, la música electrónica de los 90 fue una especie de liberación tras la superficialidad típica del pop de los 80. La cuota máxima de expresión en el techno se consiguió a mediados de los 90. Esos temas o discos siguen siendo fetiches que llevo a todos mis sets. Muchos de ellos se produjeron en años muy importantes para mi ciudad, la caída del Muro transformó todo ”. Como para no dejar esta declaración en palabras que se lleva el viento, Ben compartió durante una entrevista para Resident Advisor algunos de los tracks clásicos a los que se refiere.

“ No creo que ningún DJ haya tocado tantas veces como yo ‘ Nuthing Wrong ’ de Tyree, de 1995. Me encanta porque es tan simple que te ofrece mucha libertad para combinarla con otros tracks. Además, las vocales son muy sexy ”. Otro de sus sure shots, o ases noventeros bajo la manga, es un track de Maurizio, un dúo -a pesar de lo que sugiera su nombre- formado por Mark Ernestus y Moritz von Oswald: ‘M- 5’ es un clásico del dub techno de 1995 que Klock siempre combina con otros discos. “ Siempre funciona de maravilla con música nueva, es absolutamente atemporal, es imposible saber si es un track viejo o nuevo ”. Y como cereza del pastel noventero, un viejo conocido nuestro, con más público en nuestro país que cervezas vendidas en un partido de la selección alemana: Green Velvet. ‘ Destination Unknown ’ de 1997, es un track que más bien ha funcionado por años como himno en clubes berlineses tan importantes como Berghain. “ La gente se pone cada vez más loca conforme avanza. Es música loca, sexy, muy corporal. La gente lo adora en los clubes. ”

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El imperio de la fiesta
Fue precisamente en los clubes donde la carrera de Ben realmente comenzó. Uno de los primeros clubes berlineses en los que tuvo una residencia como DJ fue Cookies, un lugar muy popular desde su apertura en 1994, hasta su cierre veinte años después, aunque ha habido varios intentos de reapertura desde entonces. El club era, según lo describen algunos que fueron testigos de su esplendor, un sitio con dos espacios, uno para bailar techno y otro, más pequeño, para escuchar Hip-hop o rock indie; en los que lo que más importaba era la música. La iluminación mínima acentuaba la atmósfera oscura del deep techno que allí se tocaba, el sonido monstruosamente alto se imponía a cualquier intento de plática, y la política del lugar que prohibía sacarse fotos dentro, son algunas características que describen muy bien un sitio en el que lo más importante es la gente, la fiesta misma, el bailongo, pues.

Sus sets en Cookies se hicieron célebres por la diversidad de su selección. Sesiones intensas y poderosas, de mucho fervor, que intentaban –y lograban– crear atmósferas emocionales, pero al mismo tiempo frías como una máquina. Los maratónicos y frenéticos sets de un principio, se convirtieron con los años en sesiones más breves, pero con un poder más emotivo basado en la riqueza de su selección. Con los años llegó el nuevo milenio; con él, una ola de minimal y micro house que desinflaron un poco el entusiasmo de este berlinés. De hecho, estuvo a punto de retirarse por el desencanto sufrido ante el arribo de nuevos subgéneros, un poco más descafeinados pues muchos de ellos estaban hechos con software, que nada tenía que ver con lo análogo de un par de tornamesas.

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De nuevo al club
Sería otra vez un club nocturno lo que daría un nuevo impulso a la carrera de Klock. En 2004 abrió por primera vez sus puertas un sitio que con los años se convertiría en toda una escena. Berghain es un club nocturno con capacidad para poco más de 1,500 personas, con dos áreas reservadas para el techno y el house; y un sótano en el que el lounge es la norma. Las filas para entrar lo han hecho famoso y aunque es un club prominentemente gay -o tal vez por eso-, atrae enormes audiencias con orientaciones sexuales diversas y montones de turistas. Además, como el club de fama mundial que es, tiene su propio sello discográfico.

Ostgut Ton es uno de los sellos más vanguardistas en la electrónica actual. Un verdadero creador de tendencias a través de los compilados que produjo desde su fundación en 2005, y que continúan a la fecha dando a conocer talento que vale la pena voltear a ver. Lo mismo divas del hard techno europeo como Steffi o Virginia, que artistas con una visión más oscura de la electrónica bailable como L.B. Dub Corp y proyectos con tanto punch que hasta lo llevan en el nombre, como Pum Pum, impresionantes desde el primer segundo y apenas salidos del horno este mismo año.

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Las glorias del regreso
La llegada de Klock a Berghain debió haberle caído bien pues, tras un periodo ‘de reaclimatación, los resultados saltaron a la vista. En 2009 lanzó en Otsgut su único álbum de estudio: One, un ejemplo de su gran capacidad como productor y un disco que a la fecha sigue siendo referencia al hablar de los mejores LP´s de música electrónica. Poco tiempo después, en octubre de 2012, Klock fue elegido para mezclar el volumen 66 de la emblemática serie Fabric, otro ejemplo de un triado exitoso que involucra un club, un sello y una serie de compilados. Otro reconocimiento que le llegó con el tiempo fue el premio al mejor Essential Mix del año 2015; reconocimiento otorgado por la BBC, que invita a sus estudios a los mejores DJ´s y músicos de electrónica para que toquen en vivo sesiones que el público devora.

En 2006 salió al mercado el primer disco producido por Klockworks, “Glandula Piti”, una explosiva mezcla de techno, minimal y tech-house.

A pesar de su estrecha relación con Berghain y su disquera Otsgut, Ben reconoció eventualmente la importancia de tener una vitrina propia para exponer su trabajo y el de otros artistas para quienes ahora producía. En 2006 salió al mercado el primer disco producido por Klockworks, “Glandula Piti”, una explosiva mezcla de techno, minimal y tech-house a cargo de Klockworks, un alias con el cual Klock ha lanzado cinco sencillos bailables en cualquier pista de baile del mundo. Pero su disquera no sólo ha difundido su propia música, también ha sido una plataforma para impulsar el talento de otros músicos electrónicos, quienes de otra forma quedarían en la oscuridad total. Tal es el caso de DVS1, a quien Klock descubrió durante una noche de techno totalmente underground, en pleno Minneapolis.

Quién pensaría que en Minnesota, en lo más recóndito y frío de EU, podría hallarse un talento tan puro como el techno que destilan los discos de DVS1. Otra prueba de las capacidades diversas de Klock, pues su buen ojo va más allá de fichar artistas talentosos o poner a bailar a públicos multitudinarios.

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