La electrónica en una nueva era
A pesar de todos los problemas que tiene nuestro país en muchos ámbitos, la música sigue siendo un valor cultural, social y, sin duda económico; que mueve a las masas al consumo de contenidos cada vez más vanguardistas e interesantes.
El s. XXI está imparable, el 2018 avanza con intensidad teniendo que la tecnología y la cultura, renovadas cada día en cada rincón del planeta; nos recuerdan que estamos en una nueva era donde las redes sociales, las plataformas digitales y diferentes formas disruptivas de arte y expresión, van abriéndose camino para conquistar los sentidos y las neuronas de millones de personas alrededor del mundo. Así como para todos es normal vivir hoy con gadgets, social media, wifi hasta en el baño; herramientas inteligentes y viralización de contenidos de todo tipo; pareciera también normal y cotidiano tener en nuestro país clubes para todos los gustos, que nada le envidian a los mejores antros de Europa y Estados Unidos, festivales que año con año aterrizan en tierra mexicana para atrapar la conciencia de miles de personas, que nos damos cita para devorar beats con nuestros oídos y transformarlos en baile y diversión.
Más cool imposible y a pesar de todos los problemas que tiene nuestro país en muchos ámbitos, la música sigue siendo un valor cultural, social y, sin duda económico; que mueve a las masas al consumo de contenidos cada vez más vanguardistas e interesantes. Hoy los chicos y chicas navegan entre lo hipster, lo trendy, lo edgy, entre decenas de etiquetas que nos acercan a necesitar un código de barras tatuado en el cuello para identificar nuestra filiación cultural. Pero no siempre ha sido así, muchas cosas han pasado en los últimos diez años para que la generación millennial, sobre todo, pueda tener acceso a los juguetes, las experiencias y el estilo de vida que hoy forma parte de su identidad.
Electronic madness
De entre la música que se consume en todo el mundo en la actualidad, es la electrónica la que sin duda mayor impacto genera a diferentes niveles, pues son muchos los artistas de otros géneros, como el pop y el rock; quienes buscan a diferentes DJ´s de los más diversos estilos para que les hagan tracks de éxito o remixes de sus rolas, tratando sobre todo llevar a la gente al dancefloor para bailar hasta la locura. De esos cantantes que entienden la frase: “ Dime con qué DJ te juntas y te diré cuantos hits tienes…”. Si a eso sumamos la gran cantidad de cortes electrónicos que topamos diariamente en línea, los muchos videojuegos que utilizan rolas impactantes de diferentes productores para sus ambientaciones, y las películas que en los recientes años han incluido canciones de estos géneros en sus originales soundtracks, la influencia de la música electrónica se percibe a flor de piel.
Ya ni hablar de los festivales, que atraen a gente de todas las edades alrededor del poder del beat, con line up que presentan todo tipo de proyectos, algunos mejores que otros, (dependiendo de los gustos), y con algunas cerezas grandes y gordas en la cima del pastel.
Esto es la noche… Desde siempre, la vida nocturna es fundamental para el desarrollo social y cultural en las más importantes urbes del planeta. En los 50 y 60 los bares y cabarets eran el punto de reunión; en los 70 las discotecas se apropiaron de la noche al convocar a cientos de personas para llenar sus pistas de baile (cosa que no fue tan complicada cuando John Travolta ya había vuelto locos a todos con sus pasitos fever); en los ochenta los clubes ya especializados a ciertos géneros vinculados a la electrónica, fueron incluso la cuna del nacimiento de movimientos tan poderosos, que se mantienen vigentes hasta nuestros días.
El drum n´ bass o el trip hop de Tricky, Potishead o Massive Attack, nacido en los clubes de Bristol Inglaterra; el house gestado en las noches de fiesta de Chicago; o el Techno emergido de los obscuros antros de Detroit; los icónicos clubes alemanes o franceses, o los que hasta la fecha protagonizan las fiestas de Ibiza; son el mejor ejemplo de cómo estos pequeños venues, con públicos muy especiales, se volvieron icónicos para la música electrónica.
Pero aún esto está teniendo una respuesta: por ejemplo, Kenny Summit, el propietario del club The Cure and The Cause, en Glendale, California, prohíbe a los DJ´s que suben al booth a tocar con computadoras o controladores, llamándoles a estos recursos: “ ruedas de entrenamiento ”, como las que se usan en las bicis al aprender a conducirlas. ¿Es una exageración de Summit?, tal vez no tanto; el detalle está en cómo usan esos equipos y recursos técnicos, con creatividad y destreza artística; o como simples herramientas que contribuyen a una zona de confort. Sin duda eso no se antoja como espectador, uno espera un artista… no una interfase humana.
Para los millennials la sensación del nightclub no necesariamente tiene que vivirse en uno, la transformación de la realidad ha implicado que muchos hayan ingeniado conceptos inspirados en los clubes de los 90, por ejemplo, para reproducirse en entornos completamente distintos, mucho más privados y exclusivos. Pool parties, fiestas concepto, raves privados y otro tipo de espacios se han vuelto una suerte de “ club fuera del venue ”, que cada vez gusta a más gente y congrega a hombres y mujeres cuya única misión es pasarla súper en compañía de amigos. Imagina que además de la diversión, se aprovechen estos eventos para seguir promoviendo la cultura alrededor de la música electrónica de calidad con, por ejemplo, fiestas temáticas basadas en géneros específicos ¿estaría increíble, no?
Evolution now!
En muchos países, hoy el DJing se considera un “ medio de expresión no fijo ” lo que significa que, debido a que un Live Set no es directamente reproducible y distribuible, hay mucha más flexibilidad en el uso de material musical con respecto a los derechos de autor; mientras que, si se comparte en cualquier medio fijo como grabaciones (Soundcloud) o videos (Youtube), las normas al respecto suelen ser muy duras y persecutorias en distintos países y con importantes sanciones. De ahí la importancia de que la evolución DJ-Productor-Live Act se consolide a partir de la creación de tracks originales.
Así que el DJ de antro que pone discos y rolas sólo “ machándolas ” a beat, ya no es una opción desde hace un buen rato; es el productor, el creativo, el explorador de distintos recursos a través de la disciplina en la realización musical, el que rifa, el que puede crecer y consolidar un estilo como artista de música electrónica, real y contundente, que usando las herramientas que el s.XXI nos regala todos los días. Para cierta porción de las generaciones más jóvenes, “música electrónica” es sinónimo de DJ´s presentes en grandes festivales, de EDM y, por supuesto, de productores que construyen piezas originales y remixes para exponerlos al gran público. A través de matices, oleadas de sonidos, efectos, subidas y bajadas en la velocidad del tempo; jugar con las emociones de la masa viva que frente a ellos explota, como una ola que rompe contra las rocas, en un mar de baile. Pero los grandes festivales siguen siendo hoy y hacia el futuro el contexto idóneo para llevar la música electrónica a las grandes masas.