LCD Soundystem, el imperio post dance de James Murphy

Publicado en: | 24 septiembre, 2018

Ante la oferta cada vez más abrumadora de música en vivo, los grandes festivales de todo tipo, se ven obligados año tras año a asegurar su público; colocando en sus respectivos line-up, nombres capaces de mover las emociones de la mayor cantidad de personas posibles.

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James Murphy, con su banda LCD Soundsystem, es uno de estos personajes; porque te guste o no, el tipo alcanzó en diferentes momentos niveles muy altos de producción, ejecución y propuesta en general; y sabes que, lo admitas o no, tienes que verlo en algún festival, para constatar de cerca si es capaz realmente de desatar tanta euforia, para checar si aún sigue vigente su trabajo.

Sí, sabemos que él mismo se encargó de darles armas a sus detractores: ”Cuando cumplí 30 años, me prometí a mí mismo que cerraría este changarro”, declaró alguna vez en una entrevista; también dijo varias veces que ya no se encontraba satisfecho con el formato y la orientación de su banda, pero aún así, el regreso de LCD Soundsystem a los escenarios, es algo que habrá que vivir de primera mano; curiosamente, el primer trancazo con LCD lo dio con el sencillo “Losing my edge”, que en español se podría traducir como “Perdiendo mi ondita”.

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No es poca cosa
Porque, al final del día, lo que Murphy hizo no fue, desde ningún ángulo, poca cosa. Después de el gran boom de la cultura rave en los noventa, el cual devino en la creación de géneros que se oponían a la saturación del Trance, como el Intelligent Dance Music, poco a poco derivaciones como el mismo Minimal-Techno, fueron reclamando para sí las pistas de baile. ¿Pero qué pasaba si lo tuyo no era la abstracción de los beats y la música en loops?, ¿En dónde quedaban otras opciones para bailar, como todos esos entrecruces de finales de los setenta y principios de los ochenta, en los que se amalgamaron sin pudor la música disco, el punk y el funk blanco? ¿acaso el rock no se puede bailar también? y ¿qué pasa si lo complementamos con producción, a través de medios electrónicos, como secuencias, sampleos y demás?

Murphy, un erudito en la cultura de la música para bailar de diferentes décadas y él mismo participante de varias bandas de rock en su juventud -de poco, por no decir nulo éxito-, fue uno de los personajes claves para desatar toda una ola de bandas y artistas que recién empezando el nuevo milenio, echaron mano del rock como una de sus materias primas para crear música dance fresquecita, bien potente.

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Desde la fiebre dosmilera
Murphy ayudó desde dos frentes a darle el kickoff a uno de los sonidos predominantes de la década de 2000, curiosamente, tan sólo uno de varios que revalorizarían el sonido crudo del rock; guiado claro, principalmente por sus guitarras. Por un lado, está la creación de su sello DFA Records, con sede en Nueva York, el cual fue uno de los epicentros de la fiebre “dosmilera” por todo aquello que sonara medio disco, pero también punky, y si se puede: funky. Y con el tiempo, el roster de la disquera se fue ampliando y tuvo, por fuerza, que diversificar sus sonido; dando cabida a proyectos tan extraños y disímiles entre sí como Black Dice o Planningtorock, al tiempo que era semillero de talentos de gran éxito mediático y comercial como The Rapture o Hercules and Love Affair.

A dieciséis años de la formación de una banda que le dio identidad sonora a la primera década de este siglo, su nombre sigue, por lo menos, llamando la atención lo suficiente como para que festivales como Coachella o Lollapalooza reciban con interés el resurgimiento de LCD Soundsystem y lo pongan bien arribita en sus carteles.

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